Y con estas palabras doy comienzo, entonces, a mi primer blog personal.
– Pero esa frase no es tuya.
– Lo dijo Tarantino. Pero comparto.
– Asumo que tampoco fuiste a una escuela de cine.
– Pero fui al cine.
– Esa frase te va a funcionar si hacés alguna película que valga la pena.
– En eso estamos.
– Ahora… ¿Un blog personal? ¿Vos?
– ¿Cuál sería el problema?
– Digo, ¿“personal”? No sé.
– No me voy a poner a compartir cualquier intimidad, si es lo que intentás decir.
– ¿Qué pensás compartir, entonces?
– Experiencias interesantes, supongo, que pudieran ocurrir a la hora de hacer cine.
– Ni que hicieras una película por año, amigo.
– Bueno; también podrían ser reflexiones que tengan que ver con otras películas.
– Ya suena un poco más realista.
– O comentar cosas que pasan en el mundo del cine.
– Entonces no lo hubieras llamado “blog personal”. Pero bueno. Vamos a ver si es que realmente lo hacés.
– ¿Por qué dirías eso?
– O sea… Me da la impresión de que hasta pudiera jugarte en contra.
– ¿En qué sentido?
– Y… ¿Andar comentando cosas de otros?
– ¿Qué tiene?
– Un día tomás partido frente a alguna situación polémica, otro te ponés en modo de “crítica”… ¿Yo qué sé? Vas a ganar enemigos muy rápido.
– ¿Decís?
– Incluso apostaría que te coloca en algún lugar menos profesional.
– Ni lo había pensado.
– A ver, dame un ejemplo: ¿qué podrías “comentar”?
– Mmm… La última película de Damián Szifrón.
– ¿“Misántropo”?
– Ponele.
– ¿Le vas a dar palo vos también?
– No dije eso.
– Fueron muy duros los norteamericanos.
– Sí, bueno… Tampoco todos. A muchos les encantó. Aparte soy un gran admirador de Damián.
– Es el creador de “Los Simuladores”.
– ¡Justamente!
– Y el que hizo “Relatos Salvajes”.
– Y “Tiempo de Valientes”. Un genio.
– A ver: ¿qué otra cosa?
– Y… Podría ser algo acerca de Fede Álvarez. ¿No? Cómo llegó tan alto.
– ¿Decís “alto” por Hollywood?
– Sí, claro. Y por las tremendas cosas que logró.
– Bueno, dale.
– O podría comentar la interpretación de algún gran actor. Cosas así.
– Ya veo que siempre vas a estar tirando flores.
– ¡Pero a vos no te gusta nada!
– Mirá: yo te diría que no pierdas tanto tiempo en ese tipo de cosas y te enfoques en escribir tus propios guiones, querido. Todavía no hiciste ni un sólo largo.
– Estamos en camino.
– ¿En camino? ¿Para cuando?
– El año que viene.
– Seeeeeeeeeeeee… ¡Pará que sí!
– ¿Qué te pasa, che?
– Vos terminá de arreglar el guion de ese largo y después hablamos.
– Estoy escribiendo dos.
– Bueno, eso. Terminalos.
– Y además, ahora estoy produciendo un par de cortos también.
– Ahí va. Si eso te deja más tranquilo…
– No me intentes desestimar.
– Entonces demostrá lo que tenés para dar y dejate de cosas chicas.
– En eso estoy. Esto es un camino.
– Que empezaste muy tarde.
– Empecé cuando pude.
– Tarde.
– Pero empecé.
– A ver, ¿qué corto vas a hacer ahora?
– “El actor errante”: una comedia.
– ¿Encima «comedia»? Te la complicás solo.
– Y actúo yo también.
– Ahí va. Típico. Más te vale que te salga bien, entonces, sino vas a quedar como un reverendo amateur.
– Qué poca fe.
– Tratá de hacer algo que valga la pena, que se te va la vida.
– Tranquilo, hombre. En eso estamos.
– No te voy a mentir: me encanta saber de artistas que hacen brillar a Uruguay. Pero hacer cine no es fácil. Y menos para gente como vos, que trabaja para comer.
– Lo vamos a hacer.
– Hacelo.
– Lo voy a hacer.
– Bueno, dale, menos palabras y hacelo.
– ¿“Menos”?
– Jajaja. «MÁS». Más palabras: pero dentro del guion, por favor.
– Sí. En eso estamos.
Israel Mirenda